Leí recientemente mi escrito sobre Una mirada sobre Caracas, y me asombré,
como llegue en septiembre del 2002, con una maleta llena de ilusiones, donde
esta ciudad me cautivo tanto, ahora hago una retrospectiva hasta esta fecha,
septiembre del 2017 y solo digo ¡WOW!.
Yo llegue a Caracas porque me sentía muy pequeña
en Valencia, sentí y todavía siento que no pertenezco allá y mucho menos en
otro lado de este hermoso país como Venezuela.
Logre mis metas en el 2014, como buena niña,
tenía todo lo que había deseado, pensé que me tomaría más tiempo pero no fue
así, en el 2014 tenía mi pareja, mi trabajo estable y propio, mi casa, pero la
verdad logre mis metas de cierta edad y dos años antes de llegar al número
establecido.
Pero debo confesar que después de ahí, de ese
número no había más metas, ni otros sueños que cumplir, de cierta forma sentí
que hacía falta algo, me estanque, pero mi intención nunca fue que todo se
derrumbara, que el país cayera en el colapso, como estamos ahora, nunca nos
imaginamos que podría pasar todo lo que ha pasado.
2016 llega al número soñado y todo se fue por el
caño, como si vino un tsunami y arrasó con todos mis sueños, ilusiones y con
todo lo que había cumplido y logrado.
Di un paso de fe cuando llego el 2017, me dije
dentro de mi misma: no puede ir peor. Pero
cada vez ha ido peor, y como a todos no sabemos qué debemos hacer, si tomar la
gran decisión de irnos o quedarnos.
Cuando escribí el 22 de agosto del 2011 este
relato no me había percatado de cómo vine una ciudad que me toco vivir en la
calle a tener mis cosas, hasta ahora que doy méritos a todos mis logros, pero
otra vez Caracas me ha puesto a prueba, me está desafiando a que no me rinda, que
siga adelante, que reconozca hasta el hecho que con todo el peligro que hay en
Caracas logre sobrevivir de dormir en la calle con el frío más terrible que he
sentido, una ciudad que me ha visto llorar, reír, pasar hambre, y solo tener un
ticket del metro para el resto de la semana, es como decirte en tu cara que
puedes con esto que te está pasando.
Debo reconocer que este mes de septiembre del
2017 me he levantando de mi depre, de perder todo, claro tus amigos te dicen
que todavía tienes tus cosas, y no me refiero a mis pertenencias, me refiero
del sentimiento que te produce de llegar arriba y caer de golpe, porque tal vez
de cierta forma debía frenar y la situación me obligo a detenerme, la verdad
desde que llegue a Caracas nunca he dejado de trabajar, pagar mis alquileres, y
este año por primera vez en tanto tiempo me siento desempleada, es horrible
sentir que no tienes para comer, la diferencia del 2002 al 2017 es que en
aquella época no tuve conciencia de lo que hacía, solo me abarque a esta ciudad
porque la otra me producía mucho dolor y aquí debo agradecer tanto, encontré mi
pasión, logre mis sueños y también perdí hasta mi voluntad.
A pesar de lo terrible que debo sonar, sigo sin
perder mi fe. Me tuve que replantear, me tuve que reinventar y volver a
empezar, no tengo miedo de volver a empezar, la verdad es que paso dos meses
sin facturar y luego un mes si y vuelve los otros dos sin hacerlo, es
desesperante, no lo niego y aunque no lo crean lo agradezco, porque he tenido
que convertirme como un ave fénix sintiéndome como un dragón de fuego.
La buena noticia es que desde el 1 de septiembre
del 2017 tengo nuevos sueños, nuevas metas, y mucho más grandes, proyectos,
caminos que me gustaría estudiar y aprender, me puse por primera vez una lista
de deseos para no olvidarme de todo lo que me he propuesto realizar.
Algunos se están dando, otros deben esperar, y el
más grande al parecer se está proyectando para el exterior, la verdad que me
siento motivada entre tantas malas noticias que me pasan, la verdad no me es
fácil, lo debo confesar, pero decidí soltar lo que no me hace feliz, no
apegarme a nada así tenga la necesidad de mantenerlo. Estoy sin nada en este
momento, con mucho peso encima, con mi familia realmente molesta conmigo, sin clientes, sin oficina, casi
sin casa, sin pareja y llena de deudas, no me toco nada fácil, pero así es mi Caracas, solo
sobreviven los que pueden y los mas rudos. (Confieso que a veces me quiero lanzar por una ventana, pero respiro y me digo todo va estar bien y se me pasa).
Yo sigo profundamente enamorada de Caracas, ella
me ha visto crecer, y ver como he caído y me he levantado, de cómo sigo
adelante, de como me quebraron en todo los sentidos pero mi voluntad sigue intacta,
y no puedo estar positiva todos los días, pero no pierdo mi fe, ni mucho menos mi
esperanza de seguir luchando.
Soy fuerte y me terquedad es la que me empuja hacia
delante, aunque no me entiendan, hoy me dijeron: Dios no te da
con lo que no puedes luchar. Y me hizo reflexionar y escribir hoy aquí,
nunca he sido víctima o débil, porque no hubiese aguantando tanto tiempo aquí, ni logrado nada de lo que tengo.
Agradezco enormemente a todas las personas que
por el largo de los años me ha tocado conocer, a mis amigos, que la mayoría están
fuera del país, y me ha tocado conocer en nuevas personas, pero así es como
funciona.
Lo que si no ha cambiado del 2002 al 2017 es lo
ermitaña que soy, me cuesta mucho abrirme con nuevas personas, no lo aparento, pero
soy muy tímida en el fondo y es algo que con cámara en mano me ha podido
quitar, hasta cierto punto, poder acercarme a conversar, me reservo mucho, pero me encanta observar
y escuchar conversaciones pero tengo complejo de cura, no repito nada de lo que
escucho, ser fotógrafa me ha permitido involucrarme con el mundo real, con las
personas, sonreír, no dejar de ser amable, escuchar, observar, ser detallista,
atenta, cordial, servicial y sobretodo aprender todo lo que rodea la fotografía, no es
sólo tomar fotos, es mucho más que eso, va más allá de tu propio ser y de tu
propia naturaleza, no todos podemos ver lo que otros ven, no se puede comparar
una foto con otra, no se debería, por más que se le parezca termina siendo
única, y es uno de los pocos oficios que sólo lo puedes realizar tu.
Septiembre del 2017 es un mes que Caracas me descubrió
nuevamente todo lo que hay dentro de mí, asombrarme, porque hay muchas cosas que
todavía permanecían dentro de mí, pensando que la habías perdido, como mi esencia.
Caracas le debo tanto y si me toca irme, ella
sabe lo mucho que la amo, y llorare como una niña cuando me toque esa difícil
decisión. Hasta ahora no está en mis planes inmediato porque todavía siento que
aquí queda mucho por luchar por esta hermosa ciudad y este maravilloso país.
Prometo escribir si me toca dejar mi ciudad, pero
por ahora solo pienso en sobrevivir a todo esto que me está sucediendo. Un paso a la vez, se que lo lograré de nuevo.
Y para concluir con respeto al amor, estoy abierta pero esta vez dejare que me busque, mientras tanto sigo enfocada en sobrevivir.
Y para concluir con respeto al amor, estoy abierta pero esta vez dejare que me busque, mientras tanto sigo enfocada en sobrevivir.
Gracias por leerme.
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